19:45 hs. Club Tres Hermanos de Blanca Chica.
Mails de invitaciones Ok. Telescopio, listo. Sillas, listas. Mesa, lista. Cámara de foto, si. Noche estrellada, si. Repasando los ítems que usé para organizar un nuevo “Salir a Observar”, compruebo que todo esta tildado. Que no me falta nada. Así que para empezar, le apunté a la Luna en fase creciente (35%). Si en vez de 19:45 horas, hubiera llegado tipo 19, no me hubiera quemado el ojo derecho por así decirlo como me ocurrió. Es que acostumbrado al tele casero, metí ojo sin pensar que el nuevo tiene más polenta y me encontré con tanta luz, que quedé averiado por un rato. Lo comprobé cuando rápidamente cambie observación por fotografía. No veía bien las indicaciones del display de la cámara que pedía mucho menos velocidad y más sensibilidad para hacer una toma al telescopio junto a la Luna.
Estaba con las fotos, cuando pasó una patrulla rural con sus reflectores apuntando campo adentro. No me vieron. El monte y la sede a oscuras me cubrían, pero, a la tranquera que dejé abierta ex profeso para cuando llegarán los demás integrantes,
tampoco la miraron. Patrullan más o menos, parece. Que se yo. No ver la tranquera abierta, con el predio a oscuras da para pensar “¡epa! ¿qué pasa acá?”… ¿no? En fin, para algo sirvieron, es que por eso me di cuenta que estaba solo como loco malo. Fue obvio que en el la lista de comprobación no incluí el apartado “observadores”. Que mal! ¿Cómo comenzar a observar si me faltaban los cuatro gatos locos que confirmaron presencia?
Por las dudas, dejé todo y me caminé los 120 metros de pasto largo hasta la tranquera. La dejé cerrada por si la patrulla reincidía en no ver nada, jaja.
Como a la media hora, llegó Marce. Se trajo los binoculares 20X80, con su montura correspondiente y rápidamente se estableció. Que bueno que llegó. A esa altura yo ya hablaba alambre de por medio, con la chancha, que emulando a Tati Saavedra, (un buen jugador que paso por el chaira hace unos años), recorría el andarivel derecho con mucha determinación y poca elegancia, jugando al juego del no sé qué.
Cosas de clubes de campaña, el de tener un equipo de ovejas para mantener cortita la verde gramilla de la cancha de fútbol, ahora esto de un porcino… no lo sabía. Solo quedaba alertar a los citadinos observadores que le sumaran a los ruidos nocturnos comunes al lugar (balidos, mugidos, chistidos, ladridos, maullidos, etc) este novedoso oink oink que sonaba de vez en cuando en el cerco perimetral.
Enseguida llegó Daniel. Muy rápido o muy distraído. Es que se pasó unos metros de la entrada. Por la manera de poner freno y sin pausa hacer marcha atrás me incliné a pensar que venía apurado por unirse a la observación. Por lo que vi después, se pasó de largo por distraído. Es que lo instruía a Paulo sobre cómo encontrar el lugar con mensajes de texto y ya se sabe, manejar y mensajear no se llevan.
Paulo llegó cuando los tres ya estábamos observando. Llegó acompañado por Catalina, una pequeña, locuaz e inteligente personita de siete años, merecedora de pertenecer al Grupo de Observadores del Cielo de Olavarría o de cualquier otro lugar. Bajó del auto dispuesta a ver todo. Literalmente todo. Y lo vio absolutamente todo en ambos telescopios y en los binoculares. Claro que no se conformó con eso. También preguntó absolutamente sobre todo lo que escuchó. Desde qué es “encandilar”, hasta qué es una galaxia, pasando por constelaciones, estrellas, planeta y uufff … dejemos en etc, etc.
Pasando a lo que fuimos: ¿Qué vimos? Y… de todo un poco. Vimos empanadas… tortas del cumple de Anita, emparedado, bizcochos… Cada quién llevó lo suyo y compartió con el resto. Como es normal, lo más compartido fue el mate tibio por mi culpa, y del bueno hasta que se terminó el agua del termo de Daniel. Si si… no digan nada, hay que llevar calentador. Ya agendé. El punto es que hay que ir pensando en enganchar un acoplado, ya no alcanza baúl, asientos traseros. Si hasta llevé dos sillas de plástico de acompañante con cinturones se seguridad y todo.
¿Qué Observamos? Bueno… es una larga lista. La noche estaba tan buena que no sabíamos a qué apuntar. A ver… le mostré a Marce, Gamma (γ) Circini, en Compás. La particularidad es que la compañera visual es amarilla según los catálogos, pero a mi me resulta un rojo mal clonado de Dy Crucis. Marce vio otra cosa. Vio un asterismo conformado por estas dos y otras tres muy cercanas. Simplemente dijo “el Can Mayor” y sepultó mi novedad.
Vimos Saturno. Vimos el Sombrero. … Triplete de Leo… … Siamese Twins… … Nos perdimos en Eta Carina… Nube de Magallanes… Nube de Orión… Nos encontramos en Planetaria NGC 5882… en Blue Planetary… Nebulosa Omega… Nos volvimos a perder en la Cadena Markarian… y nos encontramos sentados a la mesa como cuatro horas después, aún idos de este mundo, satisfechos de tanto viajar por el cielo que nos envuelve noche a noche, día a día.
Poco a poco fuimos guardando y pegamos la vuelta. Salí último cerrando la tranquera, no sin antes mirar para arriba. Como llamado por la magia de la inmensidad estelar casi no vuelvo al polvoriento camino de regreso, ese que esta vez, nos devolvió sin anestesia a la mismísima Tierra.
Daniel: Celestron. Catadióptrico computarizado 8”.
Marcela: Binoculares. 20x80 con montura paralelogramo.
Sergio: Dobson 10”.
Paulo: Catalina. Modelo inteligente 7 años.
2 comments:
Sergio, qué buen momento refleja tan buena nota.
No imagino qué será meter el ojo en tu Atlas, sí imagino cómo te habrá quedado el ojo pues Lumbre es 200 y mata, así que un 250...
Tengo que hacerme una recorrida por esas dobles, son tan agradables. Anoche, mientras hablabamos, iba a la estrella, a mostrar nuestro cielo a unos franceces que andaban de paso, pero las nubes tuvieron otra idea. Igual conseguí que me dejen un mail para enviarle info, así que en breve le mando una de tus notas.
Abrazo, for export¡¡¡¡
sergio, que buena nota!!!jaja me encanto la descripcion que hiciste de todos los momentos de la noche y en especial de cata, la verdad increible!!!que se repita pronto!!
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